Colombia: se cumplen 84 años de la masacre de las bananeras. Comunicado de las FARC

09.05.2014 02:20

O6/12/2012

 
 
 
 
 

PIA-. Un 6 de diciembre de 1928, en el municipio colombiano de Ciénaga , el ejército colombiano al mando del general Cortés Vargas masacró a 300 personas (apróximadamente) que protestaban contra las inhumanas condiciones laborales que debían soportar en la United Fruit Company.

Miguel Abadía Méndez era presidente de Colombia en ese entonces, un país dominado por la hegemonía conservadora, politicamente autoritario y dictatorial y con una estructura económica de enclave basada en la hacienda y el latifundio terrateniente que, en combinación con multinacionales como la United Fruit Company, imponían en el país un regímen de miseria, explotación y esclavitud para muchos y privilegios para unos pocos.

Cansados de la injusticia y la opresión, obreros, campesinos e indígenas fueron gestando una serie de revueltas y luchas populares conocidas como los años rojos de Colombia. En este contexto, la dirección del Partido Socialista Revolucionario, organizó una huelga en las Bananeras del Magdalena que se hizo masiva y se extendió a la zona del municipio de la Ciénaga.

25.000 trabajadores de las plantaciones se negaron a cortar los bananos producidos en la United Fruit Company que desde 1918 sometía a los trabajadores a un régimen de opresión y esclavitud. El desenlace del conflicto es el que ya todos sabemos: en la noche del 5 de diciembre de 1928, soldados del Ejército comenzaron a disparar sobre una asamblea de millares de huelguistas desarmados, provocando la muerte de cientos de miles de ellos.

Como es costumbre, el gobierno de la oligarquía terrateniente colombiana intentó tapar los hechos y cubrirlos con un manto de impunidad. El general Cortés Vargas, quien dio la orden de abrir fuego, no fue condenado y se lo eximió de toda responsabilidad política y criminal. Uno de los pocos que expuso su indignación e ira ante esta masacre, fue Jorge Eliécer Gaitán, el político colombiano que luego sería asesinado en 1948 desatando el levantamiento popular conocido como el “Bogotazo”.

La masacre de las bananeras también fue inmortalizada por Gabriel García Márquez en su famosa novela “Cien Años de Soledad”:

“Muchos años después, ese niño había de seguir contando sin que nadie se lo creyera, que había visto al teniente leyendo con una bocina de gramófono el Decreto número 4 del Jefe Civil y Militar de la provincia. Estaba firmado por el general Carlos Cortez Vargas y por su secretario, el mayor Enrique García Isaza y en tres artículos de ochenta palabras declaraba a los huelguistas cuadrilla de malhechores y facultaba al ejército para matarlos a bala. Leído el decreto, en medio de una ensordecedora rechifla de protesta, un capitán sustituyo al teniente en el techo de la estación y con la bocina del gramófono hizo señas de que quería hablar. La muchedumbre volvió a guardar silencio. Señoras y Señores – dijo el capitán con una voz baja, lenta y un poco cansada-, tienen cinco minutos para retirarse. La rechifla y los gritos redoblados ahogaron el toque de clarín que anuncio el principio del plazo. Nadie se movió. – Han pasado cinco minutos – dijo el capitán en el mismo tono-. Un minuto más y se hará fuego… Embriagado por la tensión, por la maravillosa profundidad del silencio y además, convencido de que nada haría mover a aquella muchedumbre pasmada por la fascinación de la muerte, José Arcadio Segundo se empino por encima de las cabezas que tenía en frente y por primera vez en su vida levanto la voz. ¡Cabrones! – gritó – les regalamos el minuto que falta . Al final de su grito ocurrió algo que no le produjo espanto, sino una especie de alucinación. El capitán dio la orden de fuego y catorce nidos de ametralladoras le respondieron en el acto”. (Págs 295-296)

También las FARC, en un comunicado publicado en ANNCOL, parafrasean a García Marquéz denunciando la impunidad que todavía pesa con respecto a la masacre de las bananeras 84 años después y que a continuación reproducimos:

La Habana, República de Cuba. Diciembre 6 de 2012. 

Sede de los diálogos por la paz con justicia social para Colombia.

DECLARACIÓN DE PRENSA

A ochenta y cuatro años de la impune masacre de las bananeras.

Se nos ha informado, y lo corrobora el Nobel Gabriel García Márquez con su pluma de realismo y magia, que en un poblado de Colombia, cuando José Arcadio Segundo despertó, estaba boca arriba en las tinieblas, y que en ese instante se dio cuenta que iba en un tren interminable y silencioso, y que tenía el cabello apelmazado por la sangre, y que cuando se disponía a dormir a salvo del terror y el horror, descubrió que estaba acostado sobre arrumes de muertos.

Que no había un espacio libre en el vagón, salvo el corredor central. Seguramente debían haber pasado varias horas después de la masacre, porque los cadáveres tenían la misma temperatura del yeso en otoño, y su misma consistencia de espuma petrificada, y quienes los habían puesto en el vagón tuvieron tiempo de amontonarlos en el orden y el sentido en que se transportaban los racimos de banano.

Que José Arcadio Segundo, mientras se arrastraba de un vagón a otro, tuvo manera de ver los muertos hombres, los muertos mujeres, los muertos niños, que iban a ser arrojados al mar como el banano de rechazo.

Que la masacre tuvo tal dimensión que el tren en que transportaban los cadáveres “era el más largo que había visto nunca, con casi doscientos vagones de carga, y una locomotora en cada extremo y una tercera en el centro… Y que encima de los vagones pudo percatarse de los bultos oscuros de los soldados con las ametralladoras emplazadas.

Que José Arcadio Segundo calcula que “debían ser como tres mil; seguramente todos los que estaban en la estación”. Pero sin embargo, en la región todas las personas de sano juicio, incluyendo a la misma esposa de José Arcadio, han afirmado que: “Ahí no ha habido muertos”, que “no ha pasado nada en Macondo, se afirma con vehemencia, ni aún se ha encontrado rastro alguno de esta ni de ninguna masacre de las realizadas por el terrorismo de Estado desde el 06 de diciembre de 1928 hasta el día de hoy.

Ningún juzgamiento claro y serio existe de quienes desde las alturas del régimen generaron también la mortandad de los años cuarenta, el genocidio de la Unión Patriótica, o colmaron de fosas comunes el territorio, o produjeron y siguen produciendo los llamados “falsos positivos” (sanguinarios crímenes de guerra), asesinatos y apresamientos contra dirigentes populares en nuestra amada patria. Más bien y para mayor perjuicio de la nación, el parlamento colombiano a ascendido a varios de los militares implicados en los crímenes.

Que al igual que con las masacres y desapariciones, es negada la existencia de los prisioneros de guerra, de los presos políticos y de los presos de conciencia que suman ya alrededor de ocho mil entre hombres y mujeres que sobreviven hacinados en las cárceles, padeciendo terribles condiciones de existencia, que hoy volvemos a denunciar con un S.O.S, a fin de que los organismos humanitarios intervengan con carácter de urgencia.

En consecuencia, las FARC-EP exigen a quienes desde los grades medios nos conminan a hacer claridades y sentar posición sobre el importante asunto de víctimas del conflicto, a que le rindan cuentas al país por su responsabilidad inocultable en la imposición de la tragedia bélica que ha sumergido a Colombia en una profunda crisis humanitaria, sólo para complacer los intereses económicos de los más ricos.

Fraternalmente,

DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP